Este es el título de uno de los estudios “clásicos” y más conocidos realizados sobre el tema ajedrez-enseñanza en niños, y parece ser una buena forma para comenzar a hablar de la cuestión.
La investigación fue llevada a cabo por Dianne Horgan y sus colegas del Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Memphis en 1987, y casi podría decirse que marcó un antes y un después en el conocimiento real de las posibilidades que podría brindar el ajedrez en el desarrollo de ciertas habilidades cognitivas en los niños.
Para empezar, hay que comentar que el título define a la perfección el trabajo realizado: no consiste en aprender a jugar al ajedrez y seguir jugando sin más, sino en emplear las supuestas ventajas que éste puede aportar por sus peculiares características.
En concreto, el constante proceso de toma de decisiones que tiene lugar durante una partida de ajedrez y su posterior análisis puede ser utilizado precisamente para eso: “enseñar a pensar”, el tan empleado – y no siempre bien comprendido – término anglosajón “how-to-think”.
Mientras numerosas investigaciones recientes sobre el proceso de toma de decisiones y resolución de problemas enfatizan los límites de la racionalidad y muestran cuánto nos desviamos las personas de las “buenas” decisiones, el ajedrez muestra una situación en la cual las personas pueden tomar decisiones acertadas de forma poco habitual.
De hecho, los niños – no precisamente conocidos por su racionalidad – pueden competir con adultos de igual a igual y tomar buenas decisiones que parecen racionales o analíticas. Esto arroja algunas preguntas interesantes para los educadores: ¿cómo pueden los niños, antes de alcanzar la etapa de las operaciones formales, pensar tan lógicamente?
Estudiar la mejor forma de pensar de la que los chicos sean capaces y ver cómo desarrollan esas habilidades puede producir valiosas ideas para los educadores.
Ajedrez y Educación
La Federación de Ajedrez de EE.UU vende botones en los que pone “el ajedrez te hace listo”. Entre los presumidos beneficios educacionales están la mejora de la concentración y la disciplina mental, mejores habilidades en la planificación, y una apreciación de las consecuencias de las acciones.
Los educadores de ajedrez han argumentado que el ajedrez es beneficioso, no sólo para los intelectualmente dotados, sino también para los discapacitados y los niños hiperactivos. Entre padres y profesores de ajedrez, incontables casos de estudio atestiguan los beneficios educacionales del ajedrez.
Cuando nosotros comenzamos nuestra investigación sobre el ajedrez, sin embargo, encontramos muy poca investigación experimental con niños. En un inusual estudio, Christiaen (1978) estudió a alumnos de quinto grado durante dos años, en el cual un grupo experimental estudió ajedrez después del colegio, un día a la semana.
Después de los dos años, el grupo experimental rindió mejor en las tareas de Piaget , significantemente mejor en los test escolares, y mejor en los test estandarizados realizados por el grupo de control.
[N.T.: Piaget utilizó diferentes tipos de "tareas" para estudiar la lógica de los niños, mientras estos realizaban operaciones como la seriación, la clasificación y la conservación.]
Chi (1978) demostró que niños pequeños podían recordar más piezas de una escena de ajedrez que adultos que no jugaban, demostrando así que el conocimiento puede ser más importante que la edad cuando a los sujetos se les pide recordar una serie compleja. Chi sugiere que algunas diferencias de edad reportadas habitualmente en estudios sobre el desarrollo pueden ser atribuibles a diferencias en el conocimiento sobre el estímulo, más que sólo a factores de la memoria.
Investigación del ajedrez con adultos
DeGroot (1946) mostró que los maestros de ajedrez podían observar brevemente una escena de ajedrez y luego reconstruirla desde la memoria, mientras jugadores de menor nivel situaban como mucho unas pocas piezas. Cuando era presentado un tablero con las piezas situadas de forma aleatoria, sin embargo, los maestros no lo hacían mejor que los novatos.
Esto muestra que el maestro de ajedrez no tiene simplemente mejor memoria; tiene una memoria para posiciones con significado.
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Niños que juegan al ajedrez
La mayoría de gente cree ingenuamente que algunos chicos que llegan a ser diestros en el ajedrez deben ser prodigios extremadamente raros (probablemente con padres que son Grandes Maestros). Por el contrario, entrenadores particulares de ajedrez producen de forma consistente fuertes jugadores, año tras año. En algunos casos los padres saben poco o nada sobre ajedrez.
Por eso, mientras el talento individual es importante, el entrenamiento que un niño pequeño recibe muestra ser igualmente importante. De hecho, los entrenadores dicen que pasados unos pocos meses de entrenamiento, cualquier niño motivado y perspicaz de 10 años puede llegar a ser un fuerte jugador.
En otras palabras, las habilidades que discutiremos no están limitadas a un grupo selecto de chicos dotados; son habilidades que pueden entrenarse.
Nuestro ejemplo empleó a 24 chicos de educación primaria (de primer a sexto grado) y 35 jóvenes de secundaria y de Bachillerato, la mayoría de un pequeño colegio donde alrededor de 100 estudiantes pertenecían al club de ajedrez.
El ejemplo consistió en tomar a los mejores jugadores del club, junto con algunos de los mejores jugadores del estado. Ratings de clasificación y habilidad estuvieron correlacionados (r=.48), pero los jugadores de primaria estuvieron entre los mejores clasificados.
Por eso, todos los chicos pueden llevar a cabo una tarea cognitiva altamente compleja tan bien como los adultos, y todos han competido en torneos con adultos.
Cómo juegan los niños al ajedrez
La naturaleza de [la técnica] del experto.
Cuando uno progresa hacia la maestría, él o ella:
1) Obtiene un conocimiento superior que llega a estar organizado de formas más eficientes y abstractas,
2) usa procesos que llegan a ser más automáticos (e intuitivos) a través de la experiencia, y
3) adquiere una perspectiva más global (más que una detallada, analítica).
De una manera superficial, los niños operan como expertos: tienden a utilizar la intuición más que realizar un proceso detallado y analítico y a menudo ignoran algunos de los detalles. Puesto que las limitadas capacidades de procesamiento de la información de los niños les previenen de ser analíticos, deben adquirir la maestría de formas que difieren de las de los adultos.
Krogius (1976) ofrece algunos datos sorprendentes que muestran que los grandes maestros que aprendieron a jugar al ajedrez siendo niños pequeños permanecen en su cénit [en lo más alto de su carrera como jugadores] durante más años y cometen muchos menos errores que los grandes maestros que aprendieron a jugar siendo adultos.
El comparaba el hecho de adquirir conocimientos de ajedrez muy temprano al aprendizaje de una lengua nativa; el ajedrez era para aquellos jugadores un primer lenguaje. Nosotros estamos de acuerdo.
Y, precisamente, tal y como la adquisición del primer lenguaje difiere del aprendizaje de la segunda lengua siendo adultos, las competencias ajedrecísticas alcanzadas por un niño pequeño pueden ser cualitativamente diferentes (y superiores) que aquellas adquiridas como un adulto
Fuente: http://www.ajedrezescolar.es